Parajes

La Cueva de Los Morciguillos

La cueva de los murciélagos (Tórtola), conocida en la zona como la Cueva de los Morciguillos, es prácticamente desconocida fuera del ámbito de los habitantes de la zona, por lo que resulta difícil encontrar referencias escritas sobre ella. En una publicación obtenida en la Biblioteca Nacional de Madrid, figura la investigación arqueológica llevada a cabo por el grupo Hervás y Panduro de la caja de ahorros de la provincia de Cuenca. Las conclusiones de dicha investigación son literalmente las siguientes:

La entrada está oculta en partes por grandes bloques, que aparecen también en su interior. Da la impresión de que su caída ha producido la remoción del depósito. Este es de tierra negruzca muy suelta con grandes cantidades de guano.

En el interior de la cueva s han hallado fragmentos cerámicos mezclados de distintas épocas: prehistóricas (83), ibéricos (10), y medieval o moderna (25), así como tejas (3), huesos de animales (7) y humanos (13).

El material arqueológico procedente en su totalidad de la primera sala, lo que unido al hallazgo de las tejas y cerámicas modernas citadas, indica que este lugar reunía las condiciones necesarias para servir de habitación.

De este estudio, se deriva que las cerámicas prehistóricas pueden adscribirse en su totalidad a la «facies clásica» de la Edad del Bronce. Se ha identificado como formas cerámicas más o menos complejas.

La primera es un vaso carenado de acusado perfil cóncavo-convexo; tiene borde exbasado y carena baja.

La segunda es una cazuela con carena muy baja, borde muy exbasado y labio decorado con digitaciones. Su perfil es cóncavo-convexo, ofreciendo una angulación menos acentuada que la del primer vaso.

La tercera forma es un cuenco troncocónico abierto.

La cuarta es un cuenco de un tercio de esfera.

La quinta es otro cuenco, esta vez de algo más de media esfera (borde entrante).

Las tres formas restantes son de perfil sinuoso. La sexta corresponde a un recipiente del que sólo se conserva el cuello -de perfil cóncavo, terminado en un borde digitado- y el arranque de una pared globular.

El séptimo tipo se deduce de tres fragmentos similares, seguramente correspondientes al mismo vaso. Tendría un borde ligeramente entrante de labio engrosado, galbo bastante abultado y base plana con arista o pie indicado.

La octava y última forma es un recipiente de borde vuelto al exterior con labio digitado e inicio de galbo muy globular.

Se conservan además algunos bordes incurvados al exterior que pueden haber formado parte de vasos carenados o de perfil sinuoso, varias bases y unas cuantas paredes decoradas con aplicaciones plásticas…

Las bases son planas con o sin engrosamiento central, o aplanadas.

Las paredes aludidas presentan cordones bastante rectilíneos horizontales a los que convergen otros por arriba y por debajo. A veces se disponen oblicuamente combinándose con mamelones ovales digitados. En otras ocasiones los cordones son más o menos paralelos o forman ángulo recto.

Los huesos humanos recogidos en la cueva pertenecen a las extremidades (siete), columna vertebral (cuatro) o cráneo (dos) de un número indeterminado de individuos entre los que se encuentran un niño de unos cinco años y un adulto joven.

De este estudio se desprende que los datos recogidos se limitan a la parte visible de la cueva y de mayor accesibilidad. Pero de sobra es sabido en la zona que esta cueva donde guarda su mayor y verdadero interés es en la parte subterránea, a la que se accede a través de un orificio que hay en el suelo de la cueva, de reducidas dimensiones.

Como no podía ser de otra forma, la cueva de los morciguillos también guarda misterios e historias, como la mayoría de las cuevas. En este caso, la transmisión oral de estas historias nos ha llegado, por suerte a tiempo de ser recogidas, antes de que caigan en el olvido con la desaparición de los últimos lugareños. Esta historia se remonta a una época relativamente reciente, pues de ser cierta sus protagonistas estarían hoy vivos, aunque con una edad avanzada. Es esa cercanía en el tiempo precisamente la que da más verosimilitud a esta «leyenda» pues nos ha sido contada por diversas personas que en su día fueron testigos directos de la misma

La historia nos cuenta las andanzas de varios habitantes de Tórtola, por supuesto en edad de acometer empresas arriesgadas sin el menor reparo en sus consecuencias. Bueno, el caso es que este grupo de jóvenes, un buen día decidieron vivir una aventura particular y arriesgada. Con escasos medios se adentraron en las profundidades de la cueva, y digo bien, puesto que descendieron por la abertura mencionada anteriormente. Esta abertura permite descender a su sala inferior, totalmente oscura por supuesto, con un corredor de estrechas dimensiones, a uno de cuyos lados se abre un abismo que termina en una corriente de agua subterránea. El viento, la humedad y el frio allí son importantes y las cosas que estos jovenzuelos contaron haber visto en aquel lugar también son de los más extrañas, misteriosas y sorprendentes. Según relataron cuando todo terminó, al poco de descender a la sala inferior, perdieron la escasa luz de que disponían, y esto unido al miedo que seguramente se apoderó de ellos quizás les hiciera exagerar lo que contaron, ¿o tal vez no?; el caso es que, según relataron allí abajo había toda clase de huesos humanos, cráneos y animales extraños, además de muchas otras cosas. La confusión y el miedo se apoderaron de ellos, y no fueron capaces de volver por donde habían entrado. Deambularon durante horas a la deriva hasta que, por fortuna, salieron por una abertura que había varios kilómetros más abajo del pueblo.

La historia creemos que es cierta y lo que no sabemos es si lo visto allí abajo también lo es o no, porque la juventud de estos aventureros les quitó credibilidad. Por nuestra parte podemos asegurar que la cueva existe, que la entrada a una sala inferior también existe y a partir de ahí cada cual que imagine lo que quiera porque una investigación seria nunca se ha llevado a cabo. El caso es que la Cueva de Los Morciguillos seguramente guarda en su interior todavía muchos misterios y quizás muchos tesoros de cualquier tipo por descubrir. Lo que allí abajo haya está esperando que alguien con ganas de aventura y dotación de los medios que existen hoy día dé fe de lo que allí se esconde.

Los huesos que los muchachos dijeron haber visto, ¿podrían ser de antepasados con miles de años de antigüedad? Creemos que es posible, en vista de lo hallado por el equipo que investigó la  parte superior de la cueva. También podrían pertenecer a combatientes de las distintas guerras civiles habidas en nuestro país.

Puestos a elucubrar podrían pertenecer a animales ya desaparecidos, quien sabe, en definitiva y puestos a suponer ¿por qué no podría tratarse de una pequeña Atapuerca? La imaginación es libre.

Como decíamos anteriormente todavía existen rincones por descubrir, sólo hace falta que alguien se decida a sacarlos a la luz. En esta página también figura un plano del lugar.

La Cueva Carasol

La cueva Carasol la podemos encontrar dentro de la Hoz de Tórtola en las cercanias del antiguo molino harinero del pueblo (ya desaparecido). Esta cueva se introduce dentro de la piedra caliza, característica de la hoz, cuya entrada es muy pronunciada pero tiene una escasa profundidad de unos 10-15 m aproximadamente dentro de la montaña. En tiempos antiguos se utilizaba como refugio para el ganado.

Cueva Carasol

 

Hoz de Tórtola

La hoz de Tórtola ha sido moldeada con el paso del tiempo por el Río Tórtola, que discurre por ella, creando grandes cortados y formando un hermoso paisaje con abundante vegetación autóctona. Además de esto debemos añadir la numerosa fauna del lugar formada por animales como perdizes, conejos, águilas, buitres, jabalies e incluso se ha llegado a ver algún que otro pato en el cauce del río.

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Altar a Virgen del Pilar y a la Virgen de Los Ojos

Pequeño altar en honor a la «Virgen del Pilar» y a la «Virgen de Los Ojos» situado al comienzo de la «Hoz de Tórtola. En él podemos encontrar dos pequeñas figuras correspondientes a cada una de las vírgenes junto a un rosario elaborado de forma artesanal.

El Pilar

Este lugar seguramente de origen árabe o medieval por las canalizaciones de cerámica hoy desaparecidas es un abrevadero para los animales del pueblo y está formado por gran cantidad de sillares perfectamente acoplados y unidos por cemento romano (cal y arena) y por unas grandes grapas de hierro. Se ha estado utilizando como abrevadero hasta hace menos de 15 años tanto para el ganado, como para los animales de labor.

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Puente Romano

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Fuente Grande

Esta fuente está acompañada de un abrevadero para el ganado. En la antigüedad junto a esta fuente se encontraban numerosos huertos de los habitantes de Tórtola que iban todas las mañanas a regar. En la actualidad todos los terrenos que la rodean son terrenos de labor.


Fuente del Sauco

Esta fuente se encuentra situada justamente en la rambla del río. Debido a la limpieza del cauce del mismo en numerosas ocasiones la fuente se ha ido perdiendo pero en la actualidad se sigue encontrando indicada con un cartel con su nombre.

El Peñon

Sin duda proviene de época ibérica, situado a 1,5 Km de Tórtola encima del antiguo molino.

Este asentamiento de pequeñas dimensiones esta enclavado sobre una escarpada roca a la cual en su parte más accesible se ha realizado un enorme corte para hacer un foso con una torre fortificada para su defensa. También existen restos de su muralla.

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Fuente Villarejo